domingo, 13 de enero de 2008

Cuando mis palabras no eran lo suficientemente convincentes para que creyeras que mi amor era verdadero.
Y besándonos, acariciándonos, abrazándonos,
íbamos cayendo en el trance del amor.


No digo que quiero volver, no. Pero lo que sí quiero, es sentirme así de nuevo.
Tus manos,
tus ojos mirándome.
Nuestros besos apasionados, tiernos, llenos de deseo y amor.
Mezcla perfecta para un recuerdo perfecto.

Así te recuerdo, como el que destapó mi deseo por conocer qué hay más allá de un beso.
Y recuerdo, cuando sólo me importaba que dijeras que éramos los dos.
Ahora me río, porque no quiero que me importe. O tal vez me río porque me importa.
No se en verdad.
Cuando tus palabras me echaban para siempre y yo las guardaba.
Y cada vez que me acordaba de tí, salían y me herían de nuevo.
Salían y se encargaban de borrar cada lugar y recuerdo junto a tí.
De esos momentos en que sí éramos los dos, cómplices de nuestras complicidades.
Amigos de cada uno de los pensamientos, de cada uno de los abrazos, palabras y consejos que salían de nuestra amistad...








Ahora no se qué sentir
no se qué pensar
no se qué hacer.