domingo, 26 de junio de 2011

No creo en lo bueno que puedas ser, ni en la belleza que puede esconderse dentro de un gesto tan simple hecho por ti. Tampoco creo en tus palabras, esas que dices al azar cuando me despido llorando en tu puerta. Menos en las promesas rotas, esas agrietadas desde antes de existir.



En lo que verdaderamente creo es en lo cruel que eres cuando me hablas, en la indiferencia de tus palabras al seducirme, en el cinismo de tu sonrisa al conquistarme. Definitivamente creo en la arrogancia de tus manos al recorrer cada rincón de mi sombra y la manera en que se va haciendo una con la tuya... cautiva, perdida.


Creo en tu falso amor y en mi agonía al terminar la noche.

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