domingo, 26 de junio de 2011

Es extraño no sentirte ahora, porque siempre estuvimos lejos. Sin embargo este "no sentirte" va más allá de ese "lejos" que siempre fue. Ahora es desear mirarte a los ojos, desear visitar tu casa contigo dando vueltas por los pasillos, desear tus preguntas, tus tejidos, tu preocupación... hablar del tiempo, del calor de Santiago, de los vientos en Punta Arenas, de nuestro miedo a los temblores, de tu visita cuando pequeños en nuestra casa... casi como nuestra más grande anécdota: las mímicas en el patio al anochecer.

Tengo una caja con cartas tuyas, seguramente la misma que debes haber tenido guardada por ahí con cartas mías. Vida escrita en papeles, amor transmitido en tinta y clavada en nuestros crazones... siempre.


Aún está ahí... creo que definitivamente nada puede borrar nuestra complicidad... desde permitirme desvalijar tus muebles cuando pequeña para jugar a hacer música con las ollas, perseguir a los gatos en la cocina y jugar con nuestro Jack de la vida... hasta las galletas para el avión de la despedida en tu puerta cada verano, una de mis más grandes razones para viajar... tú.



Estás aquí, cuidándome y lo sé... más cerca y lejos que nunca... aquí en mi vida, allá en mi cielo.

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